uy que bonito |
Arquitécnica
sábado, 21 de abril de 2012
Esto es una prueba
Pues na, aquí seguimos con la prueba...
En un lugar de la Mancha, de cuyo
nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de
los de lanza en astillero adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y
quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de
añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El
resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las
fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se
honraba con su vellorí de lo más fino.
Tenía en su casa una ama
que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y
un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la
podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era
de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y
amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o
Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso
escriben; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se
llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en
la narración dél no se salga un punto de la verdad.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)